Paisajes, Pasajes, Simbolismos, Costumbres y Personajes de Baja California Sur, México...

........."La California Original".........
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La invasión americana: Narración 1

Pablo L. Martínez relata algunos hechos relacionados con la guerra México-Americana (1847-1848) indicando que, con motivo del fracaso de los americanos en Mulegé, el entusiasmo popular había crecido, al darse cuenta los nacionales de que el enemigo no era invencible, ocasionando esto que el pueblo se levantara en San José del Cabo el 23 de octubre, arriando el pabellón extranjero, arrojando de allí a los americanos civiles, pues no había guarnición y declarando terminado el dominio de los extraños que hacía poco se le había hecho jurar; sin embargo, este impulso de rebelión tuvo que aplacarse poco después, debido a la llegada del Escuadrón Naval del Pacífico, que arribó al puerto bajo el mando del Comodoro William B. Shubrick, en ruta hacia las costas continentales. Igual cosa les pasó a los vecinos de Todos Santos sobre el mismo tiempo. Shubrick publicó en San José una proclama en la que declaró que los Estados Unidos no tenían intención de devolver las Californias a México, invitando a todos los que estuvieran bien dispuestos hacia su Gobierno a mantenerse fieles al mismo y ofreciendo severos castigos para los desafectos. Para prevenir futuros eventos contra su causa, al retirarse, el 8 de noviembre, dejó en el puerto un destacamento de 24 hombres, a las órdenes del Tte. Heywood, con provisiones para un mes, una pieza de a nueve y setenta y cinco carabinas, para ser distribuidas en caso necesario entre los nativos cuya simpatía y lealtad hacia los invasores estuvieran bien probadas. Así pues, cuando los hombres de Moreno, Mijares y Mejía se aproximaron a San José del Cabo, se encontraba este puerto guarnecido por los elementos antes citados. Heywood se afortinó en lo que en otro tiempo llamábase "Casa Cural", teniendo como apoyo otros edificios de la calle que ahora lleva el nombre de "Mijares", entre otros la casa de los Mouet. Mandó murar las puertas y ventanas, dejando sólo troneras; levantó parapetos en los techos y abrió un túnel para comunicarse con los edificios que le servían de apoyo hacia el lado poniente de su posición. Al avistarse los mexicanos Heywood se encerró con su gente y 20 nativos traidores y sus familias en su puesto principal y en los edificios de apoyo colocó otros contingentes de traidores. El 19 de noviembre Heywood fue intimado de rendición, pero éste la rechazó; por lo cual, a la caída del día, los patriotas iniciaron el ataque; mas, como las municiones eran escasas en ambos lados, unos y otros trataban de economizarlas. Los atacantes se posesionaron de los edificios próximos y desde esquinas, muros, puertas, ventanas y techos, procuraban cazar a los enemigos, al grado de que llegaban a meter las balas por las mismas troneras de la posición americana. A las ocho de la noche el valiente Mijares hizo un vigoroso ataque sobre la casa de los Mouet, defendida por traidores, pero fue rechazado. Antes del amanecer se retiraron los mexicanos, llevándose dos muertos y varios heridos. El siguiente, 20 de noviembre, se pasó en meras operaciones de tanteo, aparentemente. En realidad el plan de los mexicanos era atacar con todos sus elementos por todos lados simultáneamente, provocando confusión, entre los sitiados, en medio de la cual Mijares avanzaría por el frente y a base de audacia y valor, se apoderaría de la pieza de artillería que constituía el peligro para el éxito de los mexicanos. Este plan se puso en práctica por la noche, iniciándose a las ocho; pero fracasó, porque Mijares, al avanzar con fiereza por el lado más peligroso para cumplir su misión, cayó gravemente herido, y murió otro día. Las tropas nacionales se concretaron de ahí en adelante a mantener el encierro del enemigo, pero pocos días después se retiraron hacia La Paz por haber llegado al puerto dos barcos. Eran éstos los balleneros yanquis "Magnolia" y "Edward", cuyos capitanes habían tenido noticias del asedio de sus compatriotas y les llevaban auxilios. Les proporcionaron comestibles y municiones; y desembarcaron 60 hombres armados con arpones, lanzas y otros implementos de su oficio y uno que otro viejo mosquete. Poco tiempo después, fue esa gente relevada por el arribo del "Southampton" y del "Portsmounth". Esto aquietó los movimientos de los patriotas. Dichos buques dejaron el puerto algunas semanas después, reforzando a Heywood con 46 hombres más, con abundantes municiones y dos piezas de artillería. La partida de los buques fue la señal para que los mexicanos reanudaran sus operaciones y a mediados de enero de 1848, reforzados a su vez por Pineda, que se había retirado definitivamente de La Paz, acamparon como a una legua del pueblo, en número de 300 hombres de caballería, procediendo a quitar a los americanos toda fuente de aprovisionamiento: hicieron requisa de ganados y caballos, destruyeron las cosechas que pudieran servir al enemigo y les cortaron todas las comunicaciones. Capturaron, además, una partida de cinco americanos el día 21 del citado mes de enero, los cuales trataban de desembarcar víveres de una goleta enviada de La Paz. Alentados con esto, fueron acortando sus líneas hacia el pueblo, poco a poco. Como Heywood tenía que sostener como a 50 personas mexicanas no combatientes, mujeres y niños, que estaban con él encerradas, las provisiones muy pronto se le agotaron y tuvo que buscar la manera de surtirse de ellas. Pretendió hacer salir de su refugio patrullas de suicidas a buscarlas y en el primer intento apenas pudieron hacerse de tres reses. La situación se puso tan seria en este punto para los americanos, que tuvieron que ponerse a ración, ya que carecían absolutamente de pan. Las fuerzas mexicanas se vieron aumentadas por un cuerpo de yaquis llevados de Sonora y así estuvieron en condiciones de sostener un fuego constante contra el enemigo, el cual sólo cesaba ocasionalmente. Los mexicanos frustraron nuevamente un intento de desembarcar provisiones que de La Paz fueron enviadas en una balandra. Por el 10 de febrero éstos se habían posesionado de todo el pueblo, excepto de los edificios ocupados por los yanquis. La bandera mexicana ondeaba a 25 metros de las trincheras enemigas, según dicen los cronistas. El fuego continuó incesante por todos lados. Por este tiempo murió el que era brazo derecho de Heywood, un americano que había capitaneado a los traidores mexicanos, que tanto daño causaban a los patriotas. El día 12 los americanos fueron privados del agua, pues los nacionales construyeron parapetos en lugares estratégicos, para evitar que los sitiados pudieran tener acceso a las fuentes donde se surtían de ella. Estos se vieron entonces en una situación tan crítica que se esperaba su rendición incondicional como consecuencia. Los sufrimientos de las mujeres y los niños que en el encierro estaban con ellos eran indescriptibles; sin embargo, los americanos estaban resueltos a resistir hasta lo último, en espera de esos oportunos auxilios que les traían sus barcos. Y así sucedió: el día 14 fue avistado un buque de. guerra, lo cual proporcionó a los sitiados inmensa alegría y a los sitiadores grandísima contrariedad. Ante esto los mexicanos redoblaron sus esfuerzos por rendir la guarnición antes de que pudiera ser auxiliada, visto lo cual por Heywood, a pesar de su decisión y valor, llegó a tener por inevitable su rendición, considerando imposible que el tiempo y las circunstancias del asedio pudieran permitir la oportuna ayuda del barco. Este, era la corbeta "Cyane" que había recibido órdenes en La paz de ir en apoyo de sus compatriotas de San José. No pudiendo desembarcar sus elementos en la noche, su comandante Samuel Francis Dupont esperó hasta el amanecer del día siguiente, en que bajó con cien hombres, entre ellos siete oficiales, con tres piezas de campaña. Los mexicanos entonces concentraron sus fuerzas en el camino de los desembarcantes, dejando solamente la fuerza necesaria para mantener en su sitio a Heywood y a los suyos. Apenas la gente de Dupont empezó a avanzar, un fuego mortal se abrió sobre ella en todos los recodos del camino, de 13 kilómetros de largo, particularmente de la loma de San Vicente, donde los mexicanos tenían el grueso de sus hombres. Mas, siendo, a pesar de todo, mucho más fuertes en armamento los americanos, que contaban con artillería, después de empeñado combate en que los mexicanos hicieron derroche de valor, tuvieron que retirarse, aunque continuaron molestando al enemigo en todo el trayecto, por los flancos y la retaguardia. Los sitiados del pueblo, por su parte, habían seguido ansiosamente los movimientos de ambos lados; y al ver el repliegue de los mexicanos se puso Heywood al frente de 30 de los suyosy salió, uniéndose a Dupont en las orillas del pueblo. Esto es a lo que algunos historiadores norteamericanos llaman ampulosamente la batalla de San Vicente. Al centro abajo, lomas de San Vicente donde se desarrolló la batalla entre Dupont y los defensores de San José del Cabo. Después de la acción de San Vicente las fuerzas mexicanas se retiraron hacia Todos Santos y San Antonio, permaneciendo en esos puntos más bien a la defensiva. En cambio, los americanos de La Paz iniciaron una serie de pequeñas expediciones en las que hicieron algunos prisioneros, pues operaciones propiamente de limpia en forma las proyectaban para cuando llegaran los refuerzos que esperaban de la Alta California. Sin embargo, como existía cierta rivalidad entre los voluntarios de Burton y las fuerzas navales, este último con el fin de aplacarla, decidió intentar el rescate de los marinos aprisionados por los mexicanos en San José del Cabo. Así, el 15 de marzo, con 34 hombres montados y algunos oficiales, entre ellos el Cap Steele, salió Burton para San Antonio, adonde llegó al amanecer del día siguiente, en busca de los cautivos. Allí hubo una ligera escaramuza en la que murieron tres mexicanos, cayendo prisionero el Cap. Calderón y el Tte. Arce. Los prisioneros americanos fueron encontrados en ese lugar y libertados. Después de destruir algunas armas y municiones que cayeron en su poder, Burton regresó a La Paz, el 17. El día 22 de marzo fondeó en el último puerto citado, el barco mercante "Isabella" llevando a bordo 150 soldados del tantas veces citado Batallón de Voluntarios de Nueva York, al mando del Cap. H. M. Naglee, lo cual puso a Burton en condiciones de ampliar su radio de acción, procurando la total aniquilación de los patriotas. Cuatro días después salió de La Paz con 217 hombres y al día siguiente una de sus partidas sorprendió y capturó en San Antonio al Cap. Pineda. Luego, sabiendo que los californianos se reunían en Todos Santos con intención de retirarse hacia Magdalena, Burton violentó la persecución con éxito, pues en un punto al Norte de Todos Santos logró envolver y rendir a los mexicanos, no obstante la bravura y decisión con que sostuvieron el encuentro. En esta última acción algunos oficiales americanos se portaron con excesiva crueldad, sobre todo con los soldados yaquis, entre quienes ordenó Naglee una verdadera carnicería, lo cual es reprochado acremente por los mismos comentaristas yanquis. Por otra parte, debido a la acción de los voluntarios y de las fuerzas navales, en diversos puntos se hicieron prisioneros por este tiempo, contándose entre ellos Mauricio Castro Cota, quien desde la captura de Pineda había compartido el mando político y militar con el astuto y enérgico padre Gabriel González, que tenía dos hijos como oficiales en las filas de los defensores y de quien decían los americanos tener más que temer que de todos los líderes militares, por la influencia que ejercía sobre el pueblo. Los prisioneros de más significación fueron enviados a Mazatlán, de donde regresaron al poco tiempo, por haber terminado la guerra. Los voluntarios de Nueva York siguieron guarneciendo la península sin ser molestados, hasta que tuvieron que abandonada de acuerdo con las estipulaciones del tratado de Guadalupe, lo cual ocurrió el 19 de septiembre de 1848.

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