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Himno Nacional Mexicano (1854)

Letra: Francisco González Bocanegra.
Música: Jaime Nunó Roca


Bandera de 1823 a 1863 vigente
cuando el Himno Nacional fue compuesto


Coro
Mexicanos al grito de guerra el acero aprestad y el bridón,
Y retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir del cañón.
I
Ciña ¡oh Patria! tus sienes de oliva, de la paz el arcangel divino,
Que en el cielo tu eterno destino, por el dedo de Dios se escribió.
Más si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo,
Piensa ¡oh Patria querida! que el cielo, un soldado en cada hijo te dió.
II
En sangrientos combates los viste, por tu amor palpitando sus senos,
Arrostrar la metralla serenos y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas, de tus hijos inflama la mente,
Los recuerdos del triunfo tu mente, volverán, inmortales a ornar.
III
Como golpe de rayo la encina, Se derrumba hasta el hondo torrente,
La discordia vencida, impotente, a los pies del Arcángel cayó.
Ya no más de tus hijos la sangre, se derrame en contienda de hermanos;
Sólo encuentre el acero en sus manos quien tu nombre sagrado insultó.
IV
Del guerrero inmortal de Zempoala, te defienda la espada terrible,
Y sostiene su brazo invencible tu sagrado pendón tricolor.
El será el feliz mexicano en la Paz y en la Guerra el caudillo,
Porque él supo sus armas de brillo circundar, en los campos de honor.
V
¡Guerra! ¡Guerra! sin tregua al que intente, de la Patria ¡manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones en las olas de sangre empapad.
¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle, los cañones horrísonos truenen,
Y los ecos sonoros resuenen, con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
VI
Antes, Patria que inermes tus hijos bajo el yugo su cuello dobleguen,
Tus campiñas con sangre se rieguen, sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y torres se derrumben con hórrido estruendo,
Y sus ruinas existan diciendo de mil héroes la Patria aquí fue.
VII
Si a la lid contra hueste enemiga nos convoca la trompa guerrera,
De Iturbide la sacra bandera; Mexicanos, valientes seguid.
Y a los fieles bridones les sirven las vencidas enseñas de alfombra;
Los laureles del triunfo den sombra, a la frente del bravo adalid.
VIII
Vuelve, altivo, a los patrios hogares, el guerrero a cantar su victoria,
Ostentando las palmas de gloria que supiera en la lid conquistar.
Tornaránse sus lauros sangrientos, en guirnaldas de mirlos y rosas,
Que el amor de las hijas y esposas, también sabe a los bravos premiar.
IX
Y el que al golpe de ardiente metralla de la Patria, en las aras sucumba,
Obtendrá, en recompensa una tumba donde brilla, de gloria, la luz.
Y, de Iguala, la enseña querida a su espada sangrienta enlazada,
de laurel inmortal, coronada, formará, de su fosa una cruz
X
¡Patria! ¡Patria! Tus hijos te juran, exhalar en tus aras su aliento,
Si el clarín con su bélico acento, los convoca a lidiar con valor.
¡Para ti las guirnaldas de oliva! ¡Un recuerdo para ellos de gloria!
¡Un laurel para ti de victoria! ¡Un sepulcro para ellos de honor!


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